El hielo del Ártico, en verano de 2012, alcanzó un mínimo histórico, equivalente al nivel de superficie helada marina que los climatólogos, con sus modelos de proyección, no esperaban hasta 2080, resalta Carlos Duarte, investigador del IMEDEA. Ese mismo año, el área de Groenlandia afectada por el deshielo de la superficie de los glaciares se extendió desde el 40%-50% habitual hasta el 95%. Y si esa gran isla perdiera todo su hielo, el nivel del mar global subiría hasta siete metros, en los próximos 300 años. “En 2010 cruzaron el Ártico, por primera vez, buques mercantes y de turistas, en 2014 ya lo han hecho más de 300 buques. La ruta de transporte del Ártico se ha abierto”, añade este oceanógrafo.
Los efectos en la región son profundos y extensos, pero sus consecuencias alcanzan a todo el planeta y al mismo proceso de calentamiento global. “Este año se ha calculado que el cambio de albedo [la radiación solar que refleja, que es mayor si la superficie es blanca que si es oscura por el terreno y absorbe más radiación] asociada a la pérdida de hielo marino es responsable de un 25% del calentamiento a escala global, constatado durante los últimos 30 años”, continúa Duarte.
A mediados de siglo, el Ártico habrá sufrido una profunda transformación. “Las industrias mineras y de petróleo y gas operarán de forma rutinaria en la región y de allí procederá cerca de un 25% de los recursos globales de estas materias primas. Habrá aumentado notablemente la población en el Ártico, con impactos severos sobre la población y la cultura inuit/groenlandesa, que se encontrará al borde de la extinción”, señala este experto y aventura, tristemente, que tanta actividad habrá provocado accidentes contaminantes graves en esa zona especialmente sensible, de lenta y difícil recuperación. El histórico accidente del petrolero Exxon Valdez fue un ejemplo del problema. Por si fuera poco, Duarte vaticina un incremento de las tensiones entre los países de la región, teniendo en cuenta que ya se están ampliando sus Zonas Económicas Exclusivas “que acaparan más del 90% del océano Ártico”.